Capítulo VII
Ejemplo contra las tentaciones de impureza
Ejemplo contra las tentaciones de impureza
Estaban una vez reunidos fray Gil, fray
Simón de Asís, fray Rufino y fray Junípero. Hablaban de
Dios y de la salvación del alma, y dijo fray Gil a los
demás:
-- ¿Cómo hacéis vosotros
con las tentaciones de impureza?
Fray Simón respondió:
-- Yo considero la vileza y torpeza del
pecado, y así concibo una grande abominación y me libro.
-- Yo me echo tendido por tierra -dijo fray
Rufino- y estoy en oración para implorar la clemencia de Dios y de la
Madre de Jesucristo, hasta que me siento del todo libre.
-- Cuando yo oigo venir -contestó a
su vez fray Junípero- el ruido de la sugestión diabólica,
acudo inmediatamente a cerrar la puerta de mi corazón, y pongo dentro,
para seguridad de la fortaleza, mucha tropa de santos pensamientos y deseos, y
cuando llega la sugestión carnal y llama a la puerta, respondo yo de
dentro: «Afuera, que la casa está ya tomada y no cabe en ella
más gente»; y así nunca dejo entrar el pensamiento impuro
dentro de mi corazón, y viéndose vencido y derrotado, huye no
sólo de mí, sino de toda la comarca.
Dijo entonces fray Gil:
-- Contigo estoy, fray Junípero; el
enemigo carnal no se puede combatir de mejor manera que huyendo; porque tiene
dentro al traidor apetito, y acomete además de fuera por los sentidos
corporales, con tanta fuerza que sin huir no se puede vencer. El que de otra
manera quiera combatir se fatigará en la batalla y pocas veces
conseguirá victoria. Huye del vicio y serás vencedor.
En alabanza de Jesucristo y del pobrecillo
Francisco. Amén.
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