Pedid por los agonizantes y haréis lo mismo que hizo Jesucristo,
que fue salvar almas ¡Oh! ¡Qué divina ocupación!
Pedid por los agonizantes: el apóstol Santiago dice que quien
ayudaré á su hermano á salir de los extravíos, salvará el alma de su
hermano y borrará la multitud de sus propios pecados.
Pedid por los agonizantes: si lo hacéis, un día se pedirá también
para vosotros, cuando estéis en la agonía ¡Oh! ¡Qué consuelo tan
dulce en aquel último combate terrible!
Enseñad á todos los que no la sepan la devoción al Corazón
agonizante de Jesús; introducidla en vuestras casas, en las
Comunidades y entre vuestros amigos; y no dudéis que el Sagrado
Corazón os bendecirá. Un alma sola que lleguéis á salvar cada día por vuestras oraciones, al
cabo del año habréis salvado ya trecientas sesenta y cinco en diez años tres mil seiscientas
cincuenta ¡Qué cosecha tan copiosa! ¡Qué corona para la eternidad!
O R A C I Ó N
Te recomendamos el alma de tu siervo N., y te pedimos, Señor
Jesucristo Salvador del mundo, por la misericordia con que bajaste
por ella del cielo á la tierra,
que no le niegues un lugar en la morada
de los santos Patriarcas.
Reconoce, Señor, tu criatura, obra, no de dioses extraños, sino
tuya, Dios único, vivo, y verdader
o; porque no hay otro Dios más
que tú, y nadie te iguala en las obras. Haz, Señor, que tu dulce
presencia llene su alma de alegría
: olvida sus iniquidades pasadas
y los extravíos a que fue arrastrado por sus pasiones; porque, aún
cuando pecó, no ha renunciado á la fe
del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, sino que ha conser
vado el celo del Señor y adorado
fielmente á Dios criador de
todas las cosas. Amén.
*Manoli =
Todo esto sacado de un libro muy antiguo: Ancora de
Salvación
O T R A O R A C I Ó N
Te pedimos, Señor, que olvides todos los pecados y faltas que en su juventud cometió por ignorancia, y según la grandeza de tu misericordia, acuérdate de él (ó e lla) en el esplendor de tu gloria.
Abre los cielos, y regocíjense los Ángeles con su llegada. Recibe,
Señor, á tu siervo N en tu Reino, Recíbale san Miguel Arcángel,
caudillo de la milicia celestial; salgan á su encuentro los santos
Ángeles y condúzcale á tu celeste Jerusalén. Recíbale el apóstol
san Pedro, á quien entregaste las llaves del reino celestial.
Socórrale el apóstol san Pablo, que mereció ser vaso de elección, é
interceda por él el Apóstol san J uan; apóstol querido, á quien fueron
revelados los secretos del cielo.
Rueguen por él todos los Santos Apóstoles, á quienes Dios conc edió el poder de absolver y de
retener los pecados; intercedan por él todos los santos y elegidos de Dios, que sufrieron en este mundo por el nombre de Jesucristo; á fin de que, libre de los lazos de la carne, merezca entrar en la
gloria del reino celestial, por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo
vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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