HERMANO ESTANISLAO JOSÉ (1903-1927)

Tomado del Libro:
UN JOVEN HEROICO DESCONOCIDO
Escrito por el Hno. Ginés de María Rodríguez, f.s.c.
Tomado del Libro:
UN JOVEN HEROICO DESCONOCIDO
Escrito por el Hno. Ginés de María Rodríguez, f.s.c.
CAPÍTULO IX
Filas de almas eucarísticas.- Le ataca Lucifer. Promesa y cambio de corazón.- Primeros votos canónicos.- Pasa al Escolasticado.
En los primeros días del año 1922, ya al fin de su noviciado,
le mostraron los Corazones Eucarísticos tres filas muy largas de
personas que conservaban en su pecho la sagrada Eucaristía de una a otra
comunión, o se estaban preparando a este soberano favor. La
primera fila la formaban almas que se preparaban para ello, la mayoría
de ellas sin saberlo, todas muy bien dispuestas, fervorosas y con
virtudes sólidas.
“La segunda fila eran almas que ya conservaban la sagrada Hostia en su pecho,
y las veía el Hermano cómo algunas se adelantaban de puesto y otras
retrocedían y hasta le perdían por entibiarse en el servicio de Dios.”
“En esta fila estaba mi alma, dice él, en el 5º puesto y me ha prometido
el Señor que me pondrá el 1º, si soy fiel a la gracia durante estos
días que me quedan de noviciado.”
Dejemos
que cuente él mismo lo que le pasó por estos días: “El demonio,
envidioso y lleno de ira por las almas que le arrebataba, quiso matarle.
Estando en la meditación se me apareció de una manera que daba miedo
verle. Yo llamé a mi poderoso amigo San Miguel y le pedí que matara al
enemigo que venía a devorarme. San Miguel enseguida le metió como un
puñal en la garganta y le dejó rendido, echándole al profundo del
infierno.
Al
poco rato se presenta Luzbel con multitud de demonios y me dice mi
Hermanito: “Cuidad que viene Luzbel con mucha tropa, pon en guardia toda
tu compañía.” Yo puse a mi Hermanito delante con mi purísima Madre, y a
los ángeles que me acompañan alrededor mío y poniéndose enfrente
debatieron a Luzbel y a todos sus secuaces impidiendo que me hicieran
mal. Luego al mando de San Miguel y junto con la maldición de la Madre y
de mi Hermanito, se echan los ángeles sobre ellos y los precipitaron en
el fondo del abismo.
Terminada
esta batalla me dice San Miguel: “Adora al Rey inmortal de los siglos,
humíllate delante de Él y dale gracias por la multitud de favores que se
ha dignado concederte.”
“Después
me llevaron a la presencia del Padre Eterno, y Éste, a los ruegos de mi
Purísima Madre, me dio la bendición y me prometió oiría siempre mis
súplicas y para que siempre le agrade me cambiaría mi
corazón traidor, inclinado al mal, y que en su lugar pondrá el de su
Santísimo Hijo Jesús con estas palabras: “Víctima de Jesús Rey Inmortal”
***
Llegó
el día 2 de febrero de 1922 de imborrables recuerdos para los 26
novicios que terminábamos nuestra primera formación y teníamos que
emitir nuestros primeros votos canónicos, pues votos privados los
teníamos casi todos, según se apreciaba en las reuniones que a veces
celebrábamos. Realmente era un grupo de jóvenes selectos, distinguido de
entre todos los grupos que habían pasado durante el tiempo que fue
Maestro el Santo. Hno. Leobán Julián, como le oí yo varias veces, igual
que a su ayudante Hno. Justino, asegurando ambos que nunca habían tenido
un conjunto semejante en los 14 años que llevaban al frente del
Noviciado en Bujedo.
No
cabe duda que tenía un germen, una causalidad extraordinaria, de tipo
sobrenatural muy elevado: había en el seno de la “Tanda” un alma
escogida para muy providencial destino, teníamos un santo de primera magnitud, con dones insólitos nunca oídos.
No creo exagerar lo más mínimo, ¡y si no, el tiempo y la eternidad hablarán!!
Sí,
aquella fecha fue un día grande para el grupo, lo fue de un modo
especialísimo para el Hno. Estanislao José. Consideremos lo que escribió
en este día de la Purificación: “Me habla el Padre Eterno. Hoy
cumpliré lo que tengo prometido; te cambiaré el corazón quitándote ese
tuyo y en su lugar pondré el de mi Hijo, tu HERMANITO. Esto lo haremos
cuando estés dormido. San Diógenes se pondrá a tu lado y tomará la
custodia con el Sacramento y YO te abriré el pecho y tu Hermanito y tu
Hermanito te pondrá su CORAZÓN y quitará el tuyo.”
“Esto
se verificó el día de la Purificación de mi Madre: “Ahora ya todo en ti
me agrada; tengo otro hijo en la tierra, como cuando tu Hermanito
vivía.”
En
la sagrada Comunión, antes de ir a comulgar, mi Madre me adornó muy
bien, me dio su manto y me puso la corona que me tiene preparada y me
puso el primero de la fila, etc. También al emitir los votos me vistió
su manto real, me puso corona, y Ella y los 9 ángeles me acompañaron.”
El
Hno. Estanislao me dijo, y pude comprobarlo, que al cambiarle el
corazón le quedó un hueco en el costado izquierdo en el que cabía la
parte convexa de los cuatro dedos de la mano.
***
Habíamos
terminado nuestro noviciado, y aunque con mucha pena, había que
abandonar aquel remanso de paz, de oración y de felicidad… Teníamos los
votos canónicos, éramos ya verdaderos religiosos, hombres nuevos: En
ese año y medio, habíamos cambiado de nombre, pero también de
mentalidad, de convicciones, de costumbres… Y Olimpio hasta de corazón.
¡Misterio asombroso! ¡Su corazón era el Corazón de Jesús! Todos
éramos santos, pero Olimpio era más, era un serafín de amor, era otro
Hijo de la Virgen. ¡Que luces tenía para hablar de las cosas del alma y
qué energías en su voluntad parea practicar el bien!
El
día 31 de enero por la tarde, tuvimos un recreo por la huerta del
convento y comentábamos los Ejercicios que acabábamos de terminar, y el
Hno. Estanislao me dijo que había pensado obligarse con el voto de hacer
lo más perfecto, y me preguntó: ¿qué le parece?. Yo, pobrecillo
miserable, le dije que me parecía estupendamente bien, pero ya sabe lo
que a veces hemos hablado que, graves cadenas son prometer algo a Dios y
no cumplirlo… Pero el tenía una convicción profunda de que podía
cumplirlo con la gracia de Dios, que nunca nos falta si somos fieles.
El
voto de regularidad que ya tenía y que lo vivía con toda perfección, se
puede decir que era equivalente a como si tuviese el de hacer siempre
lo más perfecto, pero él tenía un concepto más elevado de este nuevo
voto y empezó a vivir como si lo tuviese, aunque no lo hizo hasta el año
siguiente, como veremos después.
El
día que nos despedimos de los novicios para pasar al Escolasticado, al
pedirles perdón de las faltas y malos ejemplos que hubiéramos podido
darles, él añadió a la fórmula ordinaria estas palabras: “Les ruego
encarecidamente que pidan a la Santísima Virgen, que me quite la vida
ahora mismo aquí, si he de ser infiel a una sola gracia.”
***
Pasamos
al Escolasticado. Empezábamos una vida nueva, vida de estudio y de
vencimiento, vida de trabajo y de esfuerzos, sobre todo para el Hno.
Estanislao que no había hecho estudios de ninguna especie, pues el poco
tiempo que había tenido de escuela en su pueblo, había sido esporádico y
sin un plan serio de continuidad que le hubiera hecho adelantar, pues
tenía capacidad muy notable para los estudios, no digo primarios, sino
bachilleres y hasta universitarios, como lo demostró más adelante.
Al
principio tuvo que hacer esfuerzos titánicos para seguir en la 3ª
división, que era la más retrasada, y a pesar de su ánimo excelente y
del empuje que ponía, en los dos primeros exámenes que hizo salió
suspenso con el mismo puesto. En esta clase celebraban exámenes
cada seis semanas, en cuyo tiempo tenían que desarrollar las materias
señaladas y saberlas suficientemente. En el tercer examen ya
obtuvo notable y en los sucesivos triunfó con el sobresaliente bien
merecido, llegando a la división de honor.
Cuando
salió el último de todos yo quería animarle, pero la verdad, no
necesitaba ánimos porque siempre estaba animado. Alegre y satisfecho me
decía: “Yo trabajo todo lo que puedo, estoy atento en las explicaciones,
estudio todo el tiempo señalado y hasta los tiempos libres… pues quedo
contento aunque salga el último. Dios ve mis esfuerzos y que lo hago
sólo por su amor.”
Así
fue, Dios recompensó sus esfuerzos, llegando, no sólo a ser el primero
de su clase, sino a poseer gran cultura y una facilidad extraordinaria
para hablar y escribir correctamente, no sólo el castellano sino el
francés, como se puede ver todavía en las cartas y cuadernos que se
conservan. Tenía una lucidez en su intelecto y una posesión y dominio de
sus estudios que era muy apreciado por todos, tanto por los compañeros
como por los profesores.
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