HERMANO ESTANISLAO JOSÉ (1903-1927)
CAPÍTULO X
Los
votos religiosos.- Alegría, íntimo fruto de la entrega a Dios.-
Concomitancias entre el H. Estanislao y el H. Benjamín Antonio.
Todas
las actividades del noviciado habían ido precisamente encauzadas a
hacer de cada uno de nosotros un hombre consagrado, un hombre de Dios,
entregado en cuerpo y alma a cumplir la divina voluntad, renunciando
deliberadamente a las tres concupiscencias de que habla San Juan:
concupiscencia de los ojos, concupiscencia de la carne y soberbia de la
vida, que tienen como antídoto más eficaz los tres votos religiosos de
pobreza, castidad y obediencia.
Con
los votos religiosos entrábamos, como entonces se decía. Nos sentíamos
almas consagradas, algo divino, algo perteneciente a Dios mismo, algo
que nos decía que, ya NO nos pertenecemos, pues nos hemos dado al SER SUPREMO, nuestro Dios y nuestro PADRE.
La
alegría interior que sentíamos era desbordante, parece que ya no
podrían venirnos grandes tristezas, pruebas desalentadoras, pues con
aquellas gracias tan grandes que habíamos recibido en los últimos meses
de nuestro noviciado y aquella facilidad que nos acompañaba. ¡Qué contentos estábamos todos! ¡Qué felices nos sentíamos!
Y aunque nos habían enseñado (y algunos ya lo sabíamos) que la vida
tiene muchas pruebas y muchas contrariedades y que nuestra formación iba
encaminada a estar preparados para triunfar de todas ellas, sin embargo
estábamos alegres y gozosos…
Y alegres y gozosos seguiríamos toda la vida, si continuásemos siendo fieles a la gracia, fieles a la Madre a quien todos habíamos prometido fidelidad en rezarla el Rosario completo, en llamarla siempre MADRE… ¡pero, ay! ¡que dejamos de ser fieles… y dejamos de ser felices! Cuándo se convencerá el hombre que fuera de Dios, de la Virgen María, no se puede ser feliz… ¿Por qué? Porque si no se ora, NO VIENE la gracia que hace todo fácil: el yugo suave y la carga ligera…
La Madre es elemento primordial en esta empresa espiritual. Cuánto más tiempo se pasa, tanto más necesitamos de la gracia, tanto más necesitamos de María, la Madre…
Vamos
a relatar algo de la vida del santo Hno. Benjamín Antonio en cuanto
tiene relación con nuestro Hno. Estanislao José, cosas sucedidas
precisamente este tiempo que estamos historiando.
Éramos de 80 a 90 novicios. El Hno. Benjamín era uno de los tres profesores que ayudaban al Maestro de Novicios;
llevaba la clase inferior, es decir, los novicios mas retrasados; su
misión era explicar la religión, historia Sagrada, historia de la
Iglesia, liturgia, etc. Materias todas encaminadas a ayudar al Hno.
Maestro en la formación integral de la vida religiosa de los Hermanos de
las Escuelas Cristianas. A las órdenes inmediatas de este Hermano
estaba de ordinario el Hno. Estanislao José, que indudablemente influyó
mucho en sus progresos.
El
Hno. BENJAMÍN ANTONIO murió el 5 de junio de 1921, primer viernes de
ese bendito mes consagrado al Corazón Sacratísimo de Jesús, de quien era
devotísimo. Como se sabe por la gran propaganda que se hizo por los años 1921 a 1924, este
fervoroso religioso conservaba en su pecho las santas especies de una a
otra comunión, se había ofrecido como víctima por el triunfo de la
divina Eucaristía y el Señor le aceptó y le dio una enfermedad
misteriosa que en pocos meses le llevó al Cielo. Tenía 23 años.
Las
particularidades que voy a referir me las contó a mí el R. H. L.
Leobatán Julián, Maestro del Noviciado, como hemos dicho, a quien ayudé
yo más tarde como socio, en un puesto similar al del Hno. Benjamín.
Diría lo mismo si tuviera que declarar con juramento ante el tribunal
que lleva la causa de Beatificación de este Hermano.
El
Hno. Benjamín Antonio oyó repetidas veces, después de comulgar, la voz
de Jesús que le dijo: “Quiero hacer de ti un copón vivo. Quiero quedarme
sacramentado en tu pecho si me eres fiel.” Lo fue y Jesús le
concedió este gran favor el día 9 de noviembre de 1920, fiesta de la
dedicación de la Basílica del Salvador: “He aquí el tabernáculo de Dios
entre los hombres”…
Pues
bien, este favor tan extraordinario lo tenía sumamente secreto, aunque
estaba bien cierto del tesoro de infinito valor que llevaba consigo.
Pero un día del mes de diciembre se determinó a decirlo al Hno. Director
Julián, que era nuestro Maestro, el cual no lo creyó –así me lo dijo a
mí- por tratarse de una cosa tan grande e insólita. Sin embargo
el Hno. Benjamín insistió muy convencido de ello, diciendo que sentía
con toda certeza la presencia de Jesús Sacramentado en su pecho, de una a
otra comunión.
Precisamente
era en este tiempo cuando Olimpio, todavía postulante, pidió a la
Virgen la prueba de que le había perdonado aquellas faltas de silencio y
de poca vigilancia, cuando saltó la rata. Ya vimos que la
Virgen correspondió con aquella visión de la fila de almas que tenían
este favor, de las cuales una de ellas era el Hno. BENJAMÍN ANTONIO,
única persona que conocía Olimpio.
Cuando
el postulante contó al Hno. Maestro la visión de esta fila y que en
ella estaba el Hno. Benjamín, quedó impresionadísimo y con la certeza de
que era verdad, pues se completaban ambas manifestaciones. Sin
embargo pensó después si Olimpio habría oído algo en clase al Hno.
Benjamín respecto al particular, y en una nueva entrevista con éste le
hizo algunas preguntas sobre la permanencia de Jesús en su pecho, si era
más sensible la presencia eucarística, como le había prometido el
Señor, a lo que el Hno. Benjamín contestó afirmativamente. De paso le
dijo: “Ya lo habrá dicho a varios?”… El Hno. contestó rápidamente: “NO,
por Dios, no lo he dicho a nadie, ni siquiera al confesor, a quien tengo
intención de consultarle.”
Después
tuvo oportunidad de hablar con Olimpio y le preguntó también a quién
había dicho lo de la visión de la fila; y le contestó igualmente, que a
nadie, ni siquiera al Sr. Capellán. Con esto el Hno. Maestro quedó
convencido de que ambos Hermanos eran dignos de crédito. Repito que, así
me lo dijo a mí, después de algún tiempo, el Hno. Loebán Julián; me
dijo también que el Hno. Benjamín había muerto sin saber nada de las manifestaciones tan extraordinarias de su alumno.
Es verdad que cuando murió el Hno. Benjamín no tenía todavía el Hno.
Estanislao el favor eucarístico, pues no le tuvo hasta el 8 de
septiembre, como se ha dicho anteriormente.
Éste
es un detalle histórico que viene a confirmar la veracidad de los dos
Hermanos: el favor eucarístico del Hno. BENJAMÍN ANTONIO y la fila de
almas eucarísticas que veía el Hno. Estanislao José.
La
Tercera fila que vio varias veces este Hno. la formaban las almas
bienaventuradas que ya están en el Cielo y que disfrutan de una gloria
muy particular por haber vivido aquí en la tierra muy unidos con la
divina Eucaristía que llevaron consigo en su pecho y que fue para ellos
fuente inapreciable de méritos.”
También en esta fila de almas gloriosas vio bastantes veces al Hno. Benjamín Antonio con quien habló en éxtasis altísimos.
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